Resulta que nuestro querido amigo Pippa Bunce vuelve a salir en las noticias porque, como sorprende cada vez menos en este desorientado, enredado y agitado mundo, nuevamente consiguió penetrar en la lista de las 100 Principales Mujeres Ejecutivas del Financial Times. Esto es un gran ejemplo de la estupidez que surge en nuestro mundo feliz, donde se nos dice que la igualdad es para todos y todo mundo debe ser incluyente: un macho beta travesti que anima, subraya y baña en mágica diamantina de unicornio todos los estereotipos pasivos y sexualmente cosificantes contra los que las mujeres llevan siglos luchando, obtiene reconocimiento como mujer en este sector de la economía, de lo más conservador y cerrado a las mujeres pero financieramente lucrativo. Es tan pero tan absurdo que debería ser sátira. Sólo que no lo es.
Escribí sobre esta persona intolerante en 2017, cuando llegó a la lista de las principales mujeres de negocios del Financial Times (le puse un tuit sobre esto y me gané un rápido bloqueo) y expuse argumentos para demostrar cómo él y el nada fabuloso Alex Drummond representan el corolario de las organizaciones LGBT vendiéndose al billete heterosexual.
Digo heterosexual. Bunce es un ejemplo clásico de autoginefilia (una forma de heterosexualidad dirigida al fuero interno, en la que el sujeto está enamorado de la idea de sí mismo “como mujer”). Esto, sumado al hecho de que es un tipo, es una de las principales razones por las que hay que objetar a que se introduzca en espacios de mujeres. Él en última instancia podría haberse levantado y dicho “Gracias, pero no gracias”, pero por supuesto que este hombre no cede terreno y en vez de eso desestima a las mujeres que no están de acuerdo con que él forme parte de eso diciéndoles “tristes TERFs”. Lo cierto es que la razón por la que Pippa es lo que es constituye un elemento central del análisis político de por qué esto es una atrocidad.

@PippaBunce
Muchas gracias por sus lindas respuestas y sus maravillosos mensajes; qué lindo saber que hay tanta gente linda que me apoya, a diferencia de las tristes TERFS. Son ustedes un gran recurso para la sociedad xxxx
21/09/2018
Exactamente este es el problema que trae consigo la “inclusión transgénero”, pues este es un hombre que asocia “ser mujer” con “verse y sentirse sexy”. Esto no es un ataque personal y no son especulaciones: es una opinión basada en hechos observables y en la realidad en la que nos encontramos: que heterosexuales adinerados, como Bunce, son ahora el centro de algo que se supone que debería centrarse en las mujeres. Esto de apropiarse de espacios destinados a mujeres y recibir sus reconocimientos está calcándose en el movimiento LGBT y dando por resultado un borrado sistemático de las lesbianas y de los espacios para ellas y un ataque a las mujeres y sus límites.
Lo LGBT ahora conlleva inmensas cantidades de dinero; eso se explica en parte por hombres como Bunce. Este dinero, de los bancos y de enormes organizaciones internacionales, así como sumas recaudadas para ayudar a instituciones de beneficencia infantil, se está desviando para apoyar el mito de que los hombres pueden volverse mujeres y que la identidad transgénero es innata, y al filtrarlo por organizaciones como Mermaids, GIRES y Gendered Intelligence se ha vuelto el ataque más peligroso de la historia a los derechos y el bienestar de niños prehomosexuales y que no se ajustan a los estereotipos de género.
De hecho, la transificación de menores y sobre todo de niñas a manos de grupos como Mermaids, GIRES y Gendered Intelligence es probablemente el mayor ataque a la seguridad y bienestar de los menores desde Herodes, y sin embargo Bunce mismo se ha apersonado en el Parlamento para protestar por la Gender Recognition Act [Ley de Reconocimiento de Género vigente] y trata de adoctrinar a otras personas para que se unan a la extraña secta en la que con gran alegría evangeliza, imponiendo estereotipos sexuales en nombre del progreso. La situación es tan estúpida que no tengo palabras para describirla, pero las organizaciones LGBT supuestamente progresistas están apoyando a esta caricatura de estereotipos sexistas retrógrados viviente y fingiendo que es una especie de modelo de conducta.

Uno de los principales cambios en la comunidad trans desde que yo salí del clóset, a principios de los noventa, es la disposición a aceptar, e incluso fomentar, que unos hombres que esporádicamente se trasvisten aseguren, en algún nivel, que tienen derecho a ser una clase de mujer. Estos hombres, invariablemente heterosexuales haciendo alarde de una orientación sexual autoginefílica (un amor a sí mismos “como mujeres”, que compite con su orientación heterosexual), confunden, igual que Pippa, “sentirse sexy” con “sentirse como mujer”. Y aquí estamos ahora: estos hombres no sólo son loados como mujeres sino que se los trata como brillantes ejemplos de valentía.
No se necesita ser muy imaginativo para interpretar la apariencia de Pippa, y su propia explicación de su “discrepancia de género”, como un reality show que nos lo muestra convirtiéndose en la mujer a la que ama. Y creo que esto es fundamental para su identidad y presentación, y es por supuesto lo que sus colegas tienen que soportar: imagínate ser una mujer de su equipo que pone peros a que afirme ser mujer sólo porque está vestido “como una explosión en [la tienda de lencería sexy y juguetes sexuales] Ann Summers” (debo la imagen a Lisa Muggeridge), y tener que consentir los tristes delirios de este triste hombre abusivo a riesgo de acabar siendo tildada de “triste TERF”. Esto tampoco puede ser bueno para la carrera profesional porque, faltaba más, este hombre sexista tiene poder. Y en esto, desde luego, estriba otro problema: ya he señalado que ha hablado en el Parlamento sobre la reforma a esa redundante ficción legal que es la Gender Recognition Act, y por supuesto las reformas que apoya son las mismísimas que le permitirán afirmar que él es mujer y le darán resarcimiento legal contra quienes nos negamos a que se nos ordene lo que debemos pensar y a que hombres como él supervisen nuestras palabras. Son hombres como Bunce quienes salen ganando con la autoidentificación.
Bunce y su sexualización de la condición de ser mujer simbolizan y encarnan el sexismo y la fetichización de las mujeres. Está reforzando los estereotipos misóginos más dañinos de lo que es ser una mujer real, sobre todo dentro de la industria en la que ostenta una posición de mando: una que impone a las mujeres códigos de vestimenta exigentes. Él no hace nada para oponerse a esto, o al dominio masculino en esa o cualquier otra industria, y evidentemente no tiene reservas para abusar del poder de que goza para engañar a otros hasta que lo perciban como él quiere ser percibido.
Miembros de la “comunidad trans” con un ápice de autoconciencia tendrían que poder ver el daño que Bunce está haciendo a la credibilidad que alguna vez pensaron que su estilo de vida tiene en el ojo público… y cuán ridículos los hace verse a todos.
Para las mujeres en el mundo de las finanzas o en cualquier otra industria dominada por los hombres… para todas las mujeres, de hecho, Bunce es el enemigo.
Nota: En realidad hay tres hombres en esta lista: los otros dos son Nicci Take y Samantha Jayne Nelson.Actualización: Nelson vuelve a salir en una lista diferente que es parte de la misma cosa: las 50 principales mujeres líderes del futuro.